L
a fachada sur de la iglesia de Santa María es un gran tapiz. A medio camino entre el gótico final y el renacimiento fue diseñada para cobijar un gran mural en su fachada principal para hacer visible el poder divino. Cada uno de sus elementos arquitectónicos cuenta alguna historia sagrada mediante el poder de la imagen, que era algo imprescindible en la sociedad medieval en la que la mayoría de la población no sabía leer.
Esa carencia educativa de la época nos ha dejado una fachada única. Las figuras que se ubican en la parte baja de la fachada son los cuatro Padres de la Iglesia de Occidente: San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín y San Gregorio Magno. La iglesia se encuentra dedicada a la Virgen, de manera que el tímpano contiene algunas de las escenas más características de su vida. Así, encontramos el Nacimiento de Jesús y la Epifanía, y en la parte superior unas pequeñas escenas de
la Anunciación y los Reyes Magos.
La puerta es doble y está separada por un parteluz donde aparece la Virgen dando de mamar al Niño y se completa con una serie de figuras de los evangelistas,
apóstoles y algunos santos de gran relevancia y devoción en la villa como San Roque, San Lorenzo o San Antón. Los relieves en madera de la puerta fueron
sustituidos por copias para su protección y las tablas originales pueden verse en el Museo de San Juan.
En la parte superior de la fachada aparecen tres grandes relieves que representan la Pasión de Cristo. La figura central muestra la escena de la Crucifixión
y a ambos lados, dentro de dos medallones, vemos las escenas de Cristo camino del Calvario y la Resurrección.
Precisamente esta plaza acoge el acto más llamativo de la Semana Santa de Aranda de Duero. Es la bajada del Ángel que se desarrolla en la mañana del Domingo de Resurrección en la que un niño se desprende de una nube figurada para encontrarse con la virgen, a la que quita el velo negro en señal de alegría por la resurrección de Cristo. Miles de personas abarrotan la plaza para ver este momento cargado de emoción.
En el interior del templo encontraremos la magnífica escalera del coro construida en 1523, atribuida a Juan y Sebastián de la Torre, en la que se aprecia el paso del gótico al renacimiento manteniéndose en ella recuerdos mudéjares. De todos los bienes muebles que se custodian cabe destacar el bello púlpito renacentista de forma hexagonal íntegramente labrado en madera de nogal. Otro elemento destacable es la presencia de imágenes religiosas como el Santo Cristo de la Salud de mediados del siglo XVI.
Santa María es la gran iglesia de la ciudad, su símbolo arquitectónico y el lugar donde se ha escrito buena parte de su historia.
L
a iglesia de San Juan Bautista es el templo más antiguo de la ciudad y uno de los puntos con mejores vistas a las riberas de los ríos y al puente románico. En su exterior se halla el busto del General Gutiérrez, famoso militar arandino vencedor de Nelson y defensor de Santa Cruz de Tenerife a finales del siglo XVIII.
San Juan se construyó en varias fases. La parte más antigua es la torre-campanario levantada, probablemente, en el siglo XIII como parte de la primera muralla defensiva de la villa. El templo actual se comenzó a construir en el siglo XIV y finalizó un siglo más tarde.
Los arquitectos pensaron agrandarlo, pero debieron cambiar de opinión y no prosiguieron las obras.
En el exterior del templo, lo más destacado es la fachada sur de estilo gótico purista que está presidida por una estatua de San Juan en el tímpano barroco y que cuenta con nueve arquivoltas que ofrecen una imagen de solemnidad, muy en la línea de la sobriedad castellana.
En el interior del templo se alzan tres naves y destaca la capilla de Las Calderonas, en la que se muestra un precioso retablo plateresco de mediados del siglo XVI, además de una compleja bóveda de crucería.
El gran año de la Iglesia de San Juan fue 1473, cuando en el interior del templo se celebró el Concilio de Aranda presidido por el obispo Alonso Carrillo de Acuña. Tras intensos debates se tomaron algunas decisiones para poner fin a la relajación en que había caído el clero en asuntos relacionados con el juego, la obligatoriedad de oficiar un número determinado de misas o la presencia de concubinas. Por otro lado, se palpaba de fondo la pugna entre Isabel y Juana la Beltraneja por hacerse con el trono de Castilla.
En la actualidad la iglesia se ha convertido en Museo de Arte Sacro y alberga la exposición titulada “Los caminos de la Luz”, donde pueden ver algunas de las piezas religiosas más importantes de la comarca ribereña.
Frente a la entrada principal se encuentra la Casa de las Bolas que alberga el actual museo de pintura de Félix Cañada. Se trata de una pinacoteca muy interesante, pues aloja obra de diferentes estilos y épocas.
E
l aumento de población de Aranda en los siglos XIII y XIV obligó al Ayuntamiento a construir una nueva cerca que incluyera los barrios que habían ido creándose a lo largo de la Edad Media, como Barrio Nuevo, la plaza Nueva o la calle Isilla.
Sus moradores pleitearon a comienzos del siglo XVI con los propietarios de una casa que les impedía acceder fácilmente al centro de la villa. Se quejaban que para llegar a la iglesia de Santa María debían pasar por el callejón del Pozo, según los testigos del pleito una de las más sucias de Castilla, donde no podía pasar el viático y en donde los hombres se echaban a las mujeres.
En uno de los tramos de la calle se sitúa la plaza del Rollo, con su emblemático símbolo señorial en piedra. Y allí mismo se encuentra al palacio de los Berdugo, con toda seguridad el monumento civil más representativo de Aranda. Reconocible por su soberbia fachada de mampostería adornada con hermosos escudos que recuerdan su origen nobiliario.
El constructor de este palacio del siglo XV, Martín Durango, fue contador del conde de Miranda y su traza se mantiene fiel a su estilo original a pesar de haber sufrido algunas modificaciones con el paso de los años.
Se cuenta que el mismísimo Napoleón residió cuatro días en este palacio en noviembre de 1808, durmiendo en una singular cama de estilo barroco, de modo que hizo uso de las estancias de esta gran mansión entre las que se incluyen biblioteca, capilla, salones y aposentos adornados con mobiliario de distintos siglos.
Mención especial merece el patio porticado con columnas y balaustrada de madera en una doble galería. En el centro del patio se encuentra un pozo y algunos de los carruajes utilizados por sus antiguos dueños.
E
star en la Plaza Mayor de Aranda es encontrarse en el auténtico corazón de la villa y aquí se puede sentir como en ningún otro sitio el palpitar de la ciudad. Lo que hoy es un punto de encuentro, a lo largo de la historia ha sido escenario de momentos inolvidables.
Aquí se celebraron torneos medievales y se enfrentaron los jóvenes de los principales linajes con las armas de la época en espectáculos que congregaban a las masas. También se dieron festejos taurinos, el último celebrado en 1866, o fue el lugar elegido para ajusticiar a guerrilleros durante la Guerra de la Independencia.
La Plaza surgió fuera de la primera muralla de la ciudad y se conocía como Plaza Nueva por ser posterior a la Plaza del Trigo. Con la construcción de una segunda muralla, la plaza entró a formar parte del casco urbano y tomó su forma actual en torno a 1454 cuando se permitió que se construyeran viviendas sobre la parte sur de la muralla, dejando un pasillo para que los soldados pudiesen hacer sus rondas.
Aunque no se puede decir que haya homogeneidad en las viviendas que conforman la plaza, sí que hay ejemplos de edificios de distintas épocas y, hay que destacar el soportal de la zona sur que ya se construyó en su día para albergar los puestos de los mercaderes.
Este mercado tuvo tanta solera que en el año 1326, por presiones de la comunidad judía, el rey Alfonso XI dio orden para que se trasladase a los lunes, ya que el sábado era el día sagrado para las personas que profesaban esta religión.
En esta plaza, en lo que se conocía como Torre del Duero o Casa del Corregidor, se encuentra desde el siglo XVI el Ayuntamiento de la ciudad. Frente a él se encuentra el edificio de la Tertulia, sociedad de recreo nacida a mediados del siglo XIX, época en la que la burguesía local utilizaba la plaza para paseos dominicales.
Otra posibilidad es visitar el Centro de Interpretación de la Arquitectura del Vino, CIAVIN, que alberga una amena exposición sobre cómo la tradición vitivinícola ha influido en la arquitectura de Aranda y de toda la comarca. y la colección de juguetes tradicionales que se encuentra en la Oficina de Turismo.